1.Refractoriedad: los crisoles de arcilla deben poder soportar altas temperaturas sin derretirse ni degradarse. La refractariedad de un crisol es una medida de su capacidad para resistir el choque térmico y soportar altas temperaturas.
2. Conductividad térmica: los crisoles de arcilla deben tener una conductividad térmica baja para minimizar la pérdida de calor y mantener la temperatura del material que se está derritiendo.
3. Resistencia química: los crisoles de arcilla deben ser resistentes a los productos químicos presentes en los materiales que se funden o retienen. Esto puede ser especialmente importante para los crisoles utilizados en reacciones o análisis químicos.
4. Resistencia: los crisoles de arcilla deben ser lo suficientemente fuertes para soportar el peso y la presión de los materiales que se derriten o sostienen, así como también cualquier tensión mecánica que puedan experimentar durante la manipulación.
5. No humectante: los crisoles de arcilla deben tener una superficie que no se humedezca, lo que significa que no permite que el material que se está derritiendo se adhiera a la superficie del crisol. Esto ayuda a prevenir la contaminación y facilita el vertido del material fundido.
6. Compatibilidad: los crisoles de arcilla deben ser compatibles con los materiales que se funden o mantienen, lo que significa que no deben reaccionar con los materiales de una manera que pueda causar problemas.
7. Tamaño y forma: los crisoles de arcilla están disponibles en una variedad de tamaños y formas para adaptarse a diferentes aplicaciones. El tamaño y la forma del crisol deben ser apropiados para el volumen y el tipo de material que se va a fundir o retener.